Esclavos de la preocupación
Escrito por Janito el 5 diciembre, 2016
.
Esclavos de la preocupación son casi todos los que buscan ayuda terapéutica profesional.
Se dice que el campo de visión de la persona “normal” es hacia adelante y el de la persona ansiosa es hacia atrás, siempre pensando en lo que hubiera podido hacer, decir o elegir. Siempre atormentada por el ejercicio de su libertad, confundida ante cualquier decisión, por simple que parezca.
La mente ansiosa se convierte en una prisión, con síntomas y efectos colaterales específicos. Por ejemplo el deseo irrefrenable de complacer a todo el mundo con un desempeño perfecto en todos los planos de la vida.
Anne Lammott afirma que el perfeccionismo es el mayor enemigo de la vida, que puede ser dulce, caótica y a veces un rotundo fracaso; su antídoto para la ansiedad es vivir plena, salvaje e imperfectamente.
Permitir que todas las posibilidades de la identidad florezcan, sin preguntarle a los otros si están de acuerdo o no, también sirve para contrarrestar al ansioso que vive adentro de uno. Tener una mente independiente (tanto como la biografía y la cultura lo permitan) que no se somete, puede ser liberador.
¿Y qué hacer con la sensación de no pertenecer? El dolor de quedarse fuera de un grupo de amigos, familia, del lugar al que se creía pertenecer, es de los más intensos. La ansiedad de pertenencia corroe el alma, pero quizá habría que preguntarse qué es lo peor que puede pasar si no nos aceptan ni nos aman ni nos admiran. La voz interna que quiere disentir, que se vuelve divergente y minoría, puede generar ansiedad. Dice el escritor James Baldwin: “No es el mundo tu opresor, porque lo que el mundo hace en ti, si lo hace durante suficiente tiempo y de modo efectivo, es algo que te haces a ti mismo, convirtiéndote en tu propio opresor.”
Hacer de la vida un performance, mostrarse y presumir el talento, para después quedar paralizado por la crítica, también es fuente de ansiedad y de agotamiento por querer brillar, caer bien, ser aceptado, no equivocarse, ganar el argumento, ser el más listo de su generación, el más trabajador, el incansable, ser diferente, ser admirado, y jamás aparecer frágil o vulnerable. El coctel fatídico para un cuadro de ansiedad.
También la emoción excesiva depositada en un proyecto que se lleva demasiado lejos para la propia cordura, es ansiogénica. O el anhelo depositado en lugares que son bombas de tiempo o la pasión vertida en vasos rotos.
La receta secreta e infalible para la ansiedad es, según Catherine Lepage: acumular mucho cansancio, reprimir las emociones, ponerse metas demasiado altas y tener más responsabilidades de las que pueden enfrentarse.
La ansiedad es desesperante porque como muchas otras emociones, parece tener vida propia sin que nadie pueda hacer nada para detenerla. Domesticar al ego puede ayudar. También dar algunos pasos atrás antes de seguir adelante.