Las relaciones sexuales de Shakespeare y Marlowe

Escrito por el 14 junio, 2012

Hay noches tremendas. Porque las coincidencias cae de glope y sin explicación. Así fue la noche que mataron a Christopher Marlowe. Instantes después de su asesinato, se agruparon las casualidades y, juntas, diseñaron una noche alucianante, dotada situaciones tanto posibles como improbables.

Las últimas escenas que Marlowe escribió son recuperadas por su amante, para ser entregadas a Shakespeare, con la finalidad de que las use y con ellas escriba la obra más bella del mundo. El destino preciso y adecuado de estas escenas es intervenido por una pasión de una amante analfabeta, la locura de un bruja encantadora, la venganza de la esposa/turista de Shakespeare, el miedo de una niña abandonada, el serrucho de un poeta envidioso, la mirada esquiva de un oso, y la magia de un caldo embrujado, que interpreta la realidad a su antojo.

¿Qué estaba escrito en esas escenas, realmente? Nunca lo sabremos, y quizá no importa porque cada quien tiene el privilegio de inventarlas. Así, aunque esta obra se trata de algo que nunca pasó, pero que pudo haber pasado, narra la trama más normal del mundo, el pálpito mismo del teatro: la interacción entre la ficción y lo real. 


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