Dinosaurios, estrellas y mariposas: el Museo de Historia Natural

Written by on 23 noviembre, 2022

Aunque algo inadvertido, El Museo de Historia Nutual de la Ciudad de México es uno de los sitios más interesantes que podemos conocer. Uno de esos lugares secretos construidos especialmente para transforman nuestra manera de ver la vida.

Se encuentra enclavado en la Segunda Sección de Chapultepec, y desde hace décadas es un tipo de refugio científico que nos permite responder a las preguntas más interesantes que se ha planteado la humanidad, desde el inicio de los tiempos: ¿de dónde venimos, quiénes somos y hacía dónde nos dirigimos?

Y es que los Museos de historia natural son espacios únicos. Una especie de casa donde guardamos nuestro pasado, presente y futuro científico. Lugares en los que podemos contemplar los pormenores de la eterna relación entre el humano, la Tierra y el universo.

Los primeros días del Museo de Historia Natural
Aunque este recinto abrió sus puertas en 1964, como parte de un proyecto que pretendía reivindicar nuestra esencia a través de la inauguración de diversos recintos culturales en la CDMX, su pasado es mucho más antiguo.

El primer recinto dedicado a las colecciones naturalistas en nuestro país, se inauguró en 1790 y era conocido como Gabinete de Historia Natural. Ahí se conservaban algunas piezas que se recabaron durante las primeras expediciones a México, así como las nomenclaturas que daban los pueblos originarios a sus flores y árboles.

Durante los siguientes años, estas colecciones pasaron por varios espacios, como el Museo Nacional fundado por nuestro primer presidente, Guadalupe Victoria. También estuvieron resguardadas en 1939 dentro del Castillo de Chapultepec, hasta que en los 60 encontraron su propio espacio.

Actualmente, el Museo de Historia Natural cuanta con 7,500 metros cuadrados que están distribuidos en bóvedas donde podemos ver al menos 22 mil ejemplares entre los que hay moluscos, reptiles, especies botánicas, peces, insectos y más de dos mil fósiles.

¿Qué ver?
El espacio está distribuido en al menos siete salas permanentes que han sido curadas por las grandes mentes científicas de nuestro país, sin otra intención que invitarnos a viajar por la esencia biológica más asombrosa.

En cada recorrido, los visitantes adquieren un mejor entendimiento sobre el origen y la función de la vida. Desde la creación del universo, la evolución de los organismo en la Tierra, hasta la importancia de los insectos en nuestros ecosistemas.

Además el recinto cuenta con amplios espacios verdes que se usan, entre otras cosas, para hacer eventos de divulgación científica, como noches de estrellas o talleres enfocados en la ecología, que se imparten al aire libre.

Algunas joyas de la colección del Museo de Historia Natural.
Cada parte de este museo es en sí misma una historia que nos hará más curiosos y por lo tanto más cultos. No obstante, algunas piezas se destacan por su forma, por lo que aportan o por su importancia.

Un oso
Al entrar al museo, lo primero que vemos es un intenso oso polar de tres metros. Erguido, con la boca abierta, como si estuviera cerca de dar un morada. Esta imagen nos remite a los primeros años de vida en la Tierra.

Diplidocus
Se trata de la réplica de un esqueleto que habitó la Tierra hace 1,500 años. Estos huesos miden 27 metros y están hechos de yeso. La icónica pieza llegó a la ciudad en los años 60, proveniente de Chicago.

Colección Científica de Insectos
He aquí una serie de 55 mil ejemplares, en los que destacan varios tipos de mariposas y escarabajos. Esta colección se ha nutrido con los años y ahora es la base de una investigación científica importantísima.

Hay que destacar que aunque está resguardada en las bodegas, los visitantes pueden ver en exhibición algunos insectos.

Como llegar: https://goo.gl/maps/b6gk53hQuEHHVxpk6


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