El efecto de la música “triste”

Escrito por el 21 enero, 2014

La tristeza, una de las emociones básicas (no natales) del ser humano, es una de las emociones más cotidianas y perturbadoras que experimenta una persona; y es, también, una sensación a la que se le rehúye, pero que en ciertos momentos produce placer y se le disfruta, a veces demasiado,  a través de actividades como la música.

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La Filosofía es consciente, desde hace muchos años, de esta contradicción; Aristóteles lo relacionaba con La Catarsis: una especie de purificación emocional y mental producida por alguna experiencia que se representaban en la Antigua Grecia con la Tragedia Griega, un género teatral de la época.

Tiempo después los padres del Psicoanálisis: Josef Breuer y Sigmund Freud, utilizaron La Catarsis como un método terapéutico capaz de recrear un recuerdo reprimido y liberarlo con el fin de desbloquear y sanar a su paciente.

En la actualidad se han desarrollado distintos ejercicios con los que se comprueba que la música “triste” provoca emociones positivas, una Catarsis que nos produce placer.

Pero ¿A qué llamamos música “triste”? Investigadores de la revista Frontiers in Psychology la dividieron en dos grupos, el primero: “emoción sentida”, que refiere a lo que provoca la música al escucharla. El segundo: “emoción percibida”, que se basa en lo que creemos que quiere transmitir.

De este modo “Adagio for Strings” de Samuel Barber puede producir placer al escucharla, dependiendo con qué tipo de emoción se aprecie.

David Huron, profesor de la Escuela Estatal de Música y Centro para la Ciencia Cognitiva de Ohio, publicó, en el libro The Science of Sad Music, que existe una relación entre el placer y la música “triste” gracias a la sustancia llamada Prolactina, una horma producida, en mayor cantidad, por las mujeres en la etapa de embarazo y lactancia, y que, además, es segregada cuando experimentan un sentimiento de tristeza.

Huron plantea que quien tiene altos niveles de Prolactina disfruta de escuchar música “triste”, pues esta sustancia es fabricada naturalmente por el cuerpo como mecanismo de defensa cuando se atraviesa por una experiencia dolorosa; así, la Prolactina amortigua el sufrimiento, y es capaz de engañar al cerebro y hacerlo creer que todo está bien.

Esta es la razón principal por la que al escuchar “No Surprises” de Radiohead  o “Everybody Hurts” de REM, puede, en algunas personas, producir placer.

Este análisis deja un gran peso de subjetividad, pues la percepción y producción de placer depende del hecho vivido, del contexto social y cultural que determina con qué se alcanza un nivel más profundo en el que la catarsis se hace presente.

David King, productor y director teatral inglés, realizó una encuesta para conocer cuáles eran las canciones que producían más tristeza, aquí algunas que pueden ser una fuente de placer.

Eleanor Rigby” – The Beatles

Love Will Tear Us Apart” – Joy Division

My Way “– Frank Sinatra

Yesterday” – The Beatles

Fix You” – Coldplay 

Candle in the Wind” – Elton John

En un estudio publicado en la revista Frontiers in Psychology, los investigadores se preguntaron ¿Es posible que la música triste nos provoque emociones positivas? Esta aparente contradicción podría explicar muchas cosas, así que consiguieron dividir “la emoción musical” en dos dimensiones emocionales: la “emoción sentida”, que podríamos definir como aquella que provoca la música en el oyente, y “la emoción percibida”, la que el oyente cree que la música quiere expresarle. La hipótesis de partida es que la emoción percibida no coincide con la sentida; la música triste se percibe como tal pero la experiencia de escucharla puede evocar emociones positivas.

Aunque parezca que huimos de ella, hay quien disfruta de este dolor. Pero ¿Por qué sentimos placer por la música triste? Habría que conceptualizar música triste con referencia a nuestra sociedad y lo que se entiende como este tipo de música.

– http://culturacolectiva.com/


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