Las verdaderas razones por las que las mujeres engañan a sus maridos
Escrito por Janito el 23 enero, 2020
Cuando las cosas en una pareja no funcionan, la infidelidad es una de las consecuencias.
Cada pareja es un mundo. Y como todo mundo tiene sus leyes, que cada miembro debe respetar para mantener las cosas funcionando. Cuando algún integrante de la pareja decide romper esas reglas (que suelen ser muchas pero que pueden sintetizarse en una sola: no engañar) ese mundo se resquebraja, se despedaza.
Cuando eso sucede, un desenlace bastante común en esos casos es el de la infidelidad. Roto el contrato, razonan, las leyes ya no se aplican. No es nada raro. Según diversos estudios, alrededor del 20% de los hombres y el 13% de las mujeres reportaron haber tenido relaciones íntimas con otras personas que no fueron sus cónyuges mientras están casados.
Las razones son de lo más variadas: el aburrimiento que puede ofrecer una relación de largo plazo, la falta de afecto o quizás ninguna de estas, sino que uno de los dos ha conocido a otra persona que ha hecho socavar su vida y sus sentimientos.
Pero en la mayoría de los casos, el adulterio sigue siendo el síntoma de un problema mucho más amplio que tiene que ver con los dos. En definitiva, todos buscamos algo diferente cuando la rutina y la costumbre se ha impuesto y parece que se ha acabado el amor.
La revista ‘Fatherly’ se propuso investigar las razones reales y salió a recoger cinco testimonios de mujeres reales que engañaron a sus maridos para conocer de cerca por qué lo hicieron.
1- «Considero a mi esposo como un mero compañero de casa»
«El primer amante que tuve no lo busqué». Así comienza la historia de Anna, una mujer de 36 años proveniente del estado de Illinois. «No buscaba una aventura, para nada. Esa no era mi intención, tan solo sucedió de forma espontánea. Él vivía en otro país y no nos habíamos visto nunca en el cara a cara. Era soltero. Al principio consistió en una amistad cibernética que pronto pasó a significar algo más». A los ocho meses, decidieron conocerse en persona. Y entonces, sucedió. «Considero a mi esposo como un mero compañero de casa, ya no somos un matrimonio». ¿Piensa en divorciarse? En absoluto. «Solo fue una relación física. He considerado separarme, pero mi vida en el hogar no es mala, ya ni siquiera discutimos».
2- «Se convirtió en una persona muy negativa»
La historia de Wanda, de 50 años, es más que complicada. Madre de tres hijos y uno de ellos con autismo, su esposo pasó por una fase de depresión. Es cuando ella de pronto conoció a un amante. «Nunca tuve la intención, pero las cosas suceden», relata. «No me sentí culpable, ya que me salvó. Estaba destrozada. Mi esposo se enteró al mirar mi teléfono. Entonces, mi terapeuta me recomendó que se lo confesara para ayudarnos a los dos a salir adelante».
«Fueron momentos duros», admite Wanda. «Al final, opté por detener el proceso y acudir a terapia. Ahora, tres años después, las cosas van bien entre nosotros. Mi esposo ha vuelto a confiar en mi y los dos trabajamos mucho para que la relación siga en pie».
3- «Se volvió muy controlador»
Uno de los rasgos que abocan a una infidelidad es la escasez de confianza suficiente como para que uno de los dos esté sospechando todo el rato del otro y entonces se vuelva demasiado controlador. «Al poco de casarnos, se volvió muy celoso. No quería que hablase con ningún hombre ni tampoco que saliera a cenar con amigas», narra Tegan, de 48 años. «A los ocho años, me enamoré de un compañero de trabajo. Nuestro matrimonio estaba roto. La aventura me dio el coraje para sentirme más segura y afrontar el divorcio», indica.
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«No me arrepiento», considera la mujer. «Aunque después de divorciarme no volví a salir con el chico con el que tuve la aventura, me quedé soltera y tan a gusto. Estoy feliz por ya no estar casada. No creo que hubiera cambiado nada, tal vez lo único que tenía que haber hecho era haber acabado con el matrimonio mucho antes. Pero estaba preocupada por mis hijos.
4- «Me tuve que hacer cargo de todo»
«Me miraba en el espejo y cada día que pasaba envejecía más y más», confiesa Tami, de 61 años. «Mi esposo en ese momento tenía problemas con el trabajo y también trastornos mentales. Cada día que pasaba se alejaba más y me dejaba a mí todos los problemas. Llegué al punto de sentir que podía con todo: las facturas, la casa… Me sentía orgullosa de mí misma, pero un día me levanté, le miré y pensé: ‘Este hombre no me puede tener presa toda mi vida’. Entonces descubrí que seguro que había alguien por ahí que quisiera estar conmigo, me volví a sentir atractiva. Empecé a tener citas con otros. Al poco tiempo, nos divorciamos. Hablé con él antes sobre la posibilidad de tener un matrimonio abierto, pero él no estaba de acuerdo, así que nos separamos. No me arrepiento y me siento bien con lo que pasó».
5- «Se convirtió en una persona diferente»
El caso de Jean, de 58 años, es bastante distinta al resto, y su infidelidad tiene un motivo más allá de sus problemas maritales. En este caso, es la salud lo que cercenó su vida amorosa. «Mi esposo fue diagnosticado con Alzhéimer», apunta. «Se convirtió en una persona totalmente diferente. Contraje una profunda depresión, ya que no había nadie más a mi alrededor que me ayudara con la situación. En algún momento debería encontrar una salida, y es entonces cuando me di de alta en el servicio de Ashley Madison y comencé a acudir a citas. Fue divertido. Luego, conocí a alguien especial y ahora llevamos más de un año juntos. Ya no salgo con nadie más, y puedo decir que me ha apoyado mucho con la enfermedad de mi marido».
La historia de Jean, afortunadamente acaba bien. «Ahora, puedo cuidar a mi esposo de una forma mejor, ya que me encuentro bien mentalmente», concluye. «Ya no vive conmigo porque llegó un punto en el que era imposible mantenerlo en casa, pero está en la misma ciudad y lo visito y vigilo todo el tiempo. Carece completamente de memoria. Le digo algo y a los cinco minutos ya no lo recuerda. Su enfermedad hizo que le perdiera y con él, la vida que teníamos en común. Llegó el momento en el que supe que ya no volvería y que no iba a mejorar. Me llevó mucho tiempo aceptarlo, pero ahora estoy bien».
Fuente; El Confidencial y Fatherly