Ópera, género para una gran batuta
Escrito por Janito el 14 julio, 2013
Esta disciplina exige a los
concertadores una especialización. En México poco a poco aumentan los directores
que buscan fortalecer la rama orquestal
En la
novela Backstage de José Noé Mercado existe un tenor con carrera en el
extranjero que acepta cantar en un teatro de su país con un director de
orquesta que siempre busca la manera de “joder” al cantante “aventándole” la
orquesta y no dejándolo respirar para ponerlo “en evidencia”. Si el solista,
reflexiona el personaje, no tiene “colmillo”, el desastre vocal es casi
inminente.
La historia escrita por el crítico de ópera es ficción, pero lo
cierto es que el impacto de un buen o mal concertador en la ópera es real,
quien no está especializado en el género suele poner a los solistas, al coro y
a la orquesta en serias dificultades.
Y es que no basta que un concertador sea un gran maestro en el
repertorio sinfónico para estar al frente de un montaje, necesita conocer las
complejidades del género: estar al tanto de la orquesta, del elenco de solistas
que van de uno a 20, del coro, de la puesta en escena, de la iluminación y de
los movimientos escénicos; así como conocer las tradiciones de la disciplina
artística considerado por muchos como el género mayor: en el repertorio
romántico del siglo XIX, sobre todo en el periodo belcantista, hay muchas cosas
que la tradición ha ido marcando, por ejemplo, que un cantante hizo famosa su
interpretación del aria y después alguien más lo repitió como el Mi bemol agudo
en la escena de la locura de Lucia de Lammermoor.
En México casi todos los directores han dirigido ópera alguna vez,
pero son muy pocos los especialistas. Los expertos explican que las razones se
deben a la poca producción que existe, así como a las reducidas opciones que
tienen para formarse en las aulas y en los escenarios. Sin embargo, en los
últimos años en los estados hay cada vez más ejemplos de gente interesada en
hacer ópera, así como iniciativas privadas que están apostando por esta
disciplina.
Hasta ahora, el único proyecto que el INBA ha anunciado es la
creación del Estudio de la Ópera, que será dedicado a la formación de voces;
durante la presentación de lo que oficialmente bautizaron como la “nueva época
de la Ópera de Bellas Artes”, su director, el tenor Ramón Vargas, admitió que
la dirección orquestal también deberá ser una rama que debe fortalecerse en
nuestro país.
Mientras eso ocurre, sólo un director es, hasta hoy, una autoridad
en la ópera hecha en México: Enrique Patrón de Rueda, pero existen otros
nombres que vienen a la memoria de quienes, como se dice, están en el ajo, como
el maestro Eduardo Diazmuñoz, aunque ha hecho carrera principalmente en Estados
Unidos; Fernando Lozano, Juan Carlos Lomónaco y Luis Herrera de la Fuente.
Frente a ellos hay una nueva generación de jóvenes directores con
cada vez mayor presencia en la ópera: Iván López Reynoso y Rodrigo Macías.
Además, hay otros directores que con producciones independientes intentan
conseguir un espacio en este reducido mundo, como Rodrigo Sierra Moncayo y
Marcos Escalante.
Para Charles H. Oppenheim, editor de la revista Pro Ópera, la
creación de concertadores especializados se ha dado a cuentagotas porque la
única compañía dedicada a la ópera es la de Bellas Artes. “Sólo los que tienen
el interés personal muy claro de querer trabajar con voces son los que procuran
tener ese nivel de especialización y buscan programar ópera en sus orquestas,
como Fernando Lozano, Armando Pesqueira, Rodrigo Macías y Armando Vargas, quizá
no lo logran con la frecuencia que uno desearía pero es importante que lo
intenten, pero también es cierto que hay otros con el fin de presentar
repertorios sinfónicos”.
Básico, la pasión
La especialización en la ópera, dice López Reynoso, se adquiere
dirigiendo y amando a la ópera, y formándose en el escenario por eso, advierte,
es fundamental que haya oportunidades. “Quien quiera especializarse tiene que
sentir una profunda pasión, o puede enfrentar muchos conflictos. Hay directores
sinfónicos extraordinarios que nunca fueron buenos directores de ópera porque
no estaban envueltos en el género que exige disciplina, seriedad y un gran
amor”, dice.
El amor por el género es algo en lo que por más de 30 años ha
insistido Patrón de Rueda. En una entrevista publicada en Pro Ópera cuando le
pidieron que le explicara a los jóvenes directores y cantantes en ciernes qué
se necesita para dedicarse al género respondió: “Una vocación enorme para poder
sobrevivir en este ambiente, que a veces no es tan bonito y saludable. Si no
tienes ese gran amor, esa vocación, mejor no te dediques a esto. Ésta es una
carrera en la que siempre tienes que estar batallando, sobreviviendo,
defendiéndote, incluso en tu mismo país”.
Rodrigo Macías, quien debutó en la ópera en 2008 con Tosca y que
actualmente dirige la Orquesta Sinfónica Juvenil del Estado de México —en donde
con cada vez más frecuencia dirige ópera—, está de acuerdo en que es la pasión
el primer ingrediente para adentrarse en la disciplina. “La ópera cambió mi
vida porque el tratamiento de la música es muy distinto, es prácticamente otra
profesión, es un mundo único con todas las dificultades que te imagines y yo
sentí amor a primera vista”, cuenta.
López Reynoso de 23 años, hasta ahora, se está ganando el respeto
del gremio. Debutó como director de orquesta en 2010 con Las bodas de Fígaro,
de Mozart en Monterrey, dos años después debutó como concertador en Bellas
Artes dirigiendo a los mexicanos con trayectoria internacional Mónica Chávez,
Rebeca Olvera, Javier Camarena, David Lomelí y Carlos Almaguer, y a la Orquesta
de Teatro de Bellas Artes; además ha dirigido al Coro de esta institución,
obteniendo críticas favorables, por eso es considerado ya una promesa de la
dirección de ópera.
“En esta profesión se necesita preparación y suerte, en ese orden,
pero obviamente tiene que haber gente que confíe en ti. A mí me ha ayudado que
soy necio y persistente, y que tengo muy claro qué quiero y cómo quiero crecer.
Sabía que quería dirigir ópera y sabía que para hacer eso tenía que cantar y
acompañar a cantantes en el piano, me puse estudiar, me invitan a cantar y al
año siguiente a dirigir. Todo fue parte de un proceso, así se emprende el
camino y se siguen los objetivos. Han llegado más oportunidades y siempre he
tratado de estar a la altura de lo que la gente espera de mí”, cuenta.
Marcos Escalante es ejemplo de que si las oportunidades no se
ofrecen, se crean, así debutó como concertador con la compañía independiente L´Arte
della Perla y estrenó en México la ópera Rinaldo. “Me invitaron a dirigir y ha
sido muy importante para mí. La ópera abarca tantas disciplinas que tienes que
amarla”.