México, un país con memoria
Escrito por Janito el 17 febrero, 2013
ecir que México es un país de bibliógrafos y también de bibliófilos es casi una verdad absoluta, cada uno desde sus trincheras han registrado, recuperado y contenido la historia bibliográfica de este país que es muy rica en libro antiguo. A esta nación de América no sólo llegó la Primera Imprenta en 1536; antes de ella ya habían llegado los primeros libros con los evangelizadores, entre ellos los franciscanos y luego los jesuitas, que legaron a esta tierra enormes bibliotecas con acervos invaluables.
Nuestro país es tan rico en patrimonio documental que en el siglo XIX vivió la Edad de Oro de la Bibliografía; entonces se consolidaron bibliotecas y se catalogaron sus acervos, allí comenzaron a surgir los grandes cuidadores del libro antiguo, bibliófilos como Genaro García, Joaquín García Icazbalceta y, luego, en el siglo XX, Genaro Estrada; también bibliógrafos como José María Vigil. Estos personajes son reconocidos por sus pasiones, pero no por sus grandes aportes a la bibliotecología y bibliofilia mexicana.
José María Vigil, quien sentó las bases de la catalogación y la organización documental en la Biblioteca Nacional; Genaro Estrada, que es sin duda uno de los principales bibliófilos mexicanos del siglo XX y planteó la bibliofilia como vocación; coleccionistas e impresores a nivel mundial como Richard de Bury, Gabriel Nudé y Antonio Ricardo; pero también los importantes acervos de las bibliotecas franciscanas y jesuitas, así como el patrimonio y la bibliotecología en San Luis Potosí, son sólo algunos de los temas y protagonistas del libro titulado De patrimonio documental y bibliotecología en México. Diversas miradas, que ensus 262 páginas revisa fragmentos del rico patrimonio documental que tiene México.
El volumen que es coordinado por la doctora Rosa María Fernández de Zamora y documenta asuntos como los franciscanos y sus bibliotecas en México en los siglo XVI al XIX; los testigos que resguardan los libros y Antonio Ricardo y su plan editorial de la Compañía de Jesús, es resultado del Seminario de Bibliotecología y Estudios de la Información en México, que imparte la UNAM.
Robert Endean, investigador de la UNAM, asegura que en México, antes de que hubiera bibliotecas públicas, las hubo privadas, y en ellas acudían los curiosos, los estudiosos y los aprendices en su afán de acercarse a las fuentes autorizadas del saber. “Las primeras bibliotecas mexicanas fueron creadas para atender las necesidades de información y de documentos de públicos diversos”.
Hacia el rescate
Varios han contado la historia del libro en México, algunos han documentado con precisión los impresos y grabados de Juan Pablos, el primer impresor de América; o los ricos trabajos de otros impresores como Antonio de Espinosa, Enrico Martínez o Diego López; otros han dado detalles de la riqueza del libro poblano, de la dispersión de las bibliotecas de conventos e incluso de las bibliotecas de grandes bibliófilos que acabaron en el extranjero.
El libro reune trabajos que aunque diversos y con intereses muy particulares, en su conjunto tienen un sólo objetivo, continuar recuperando y escribiendo la historia de la bibliotecología en México, sin olvidar a los grandes hombres y mujeres que han ayudado a mantener el rico patrimonio documental que abarca desde el siglo XVI y hasta el siglo XX, mirado desde el XXI.
Daniel de Lira se ha dedicado a indagar en bibliotecas, pero también a recrear las historias de personajes fundamentales para el patrimonio documental que existen hoy en México. Así, esta vez se propuso dar cuenta de los aportes para bibliotecología de José María Vigil, a quien describe como “uno de los grandes liberales del siglo XIX y gran polígrafo”, pero también de Genaro Estrada, el bibliófilo que “comprendió muy bien el momento histórico de los bibliógrafos mexicanos de la Edad de Oro del siglo XIX, como García Icazbalceta, de quien Estrada retoma mucho su pensamiento de organización cultural y que lo llevó a emprender su obra hacia el rescate de los libros”.
Esos dos hombres son figuras centrales, aunque no tan reconocidas, en el registro del patrimonio documental del país. El primero creó todo un sistema de catalogación de los 200 mil libros que en el siglo XIX resguardaba la Biblioteca Nacional; y el segundo consolidó las bases de la bibliofilia que lo llevó a crear la primera Sociedad de Bibliófilos, en 1920, donde “promueve la obra de bibliofilia desde una perspectiva más democrática, él propone un acceso más democrático al patrimonio documental desconocido de México”, señala De Lira.
De la obra de José María Vigil queda constancia en la Biblioteca de México y parte del coleccionismo de Genaro Estrada se encuentra en la biblioteca Miguel Lerdo de Tejada. Justo en esa biblioteca se presenta hoy, a las 17 horas, el libro De patrimonio documental y bibliotecología en México. Diversas miradas con la participación de Rosa María Fernández de Zamora, Brenda Cabral, Humberto Mussachio y Ana Rita Valero de García Lascuráin.
Los principales bibliófilos mexicanos, los importantes acervos de las bibliotecas franciscanas y jesuitas, así como el patrimonio y la bibliotecología en San Luis Potosí, son sólo algunos de los temas y protagonistas del libro “De patrimonio documental y bibliotecología en México”. Tomada del libro “Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada”
La edición revisa fragmentos del rico patrimonio documental que tiene nuestro país. Tomada del libro “Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada”
Los franciscanos y sus bibliotecas en México en los siglo XVI al XIX es uno de los tópicos que documenta la publicación. Tomada del libro “Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada”
El objetivo del libro es continuar recuperando y escribiendo la historia de la bibliotecología en México, sin olvidar a los grandes hombres y mujeres que han ayudado a mantener el rico patrimonio documental. Tomada del libro “Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada”
Dicho patrimonio abarca desde el siglo XVI y hasta el siglo XX. Cortesía TEC de Monterrey
“De patrimonio documental y bibliotecología en México” será presentado en la biblioteca Miguel Lerdo de Tejada. Cortesía TEC de Monterrey