Dia de Muertos!!
Written by Janito on 2 noviembre, 2012
l Día de Muertos es una de las fiestas más típicas del pueblo mexicano y una de las que mayores raíces tiene. Todos los años se celebran muchas fiestas en todo el mundo. Algunas se relacionan por ser festividades religiosas; otras son fiestas tradicionales. Sin embargo, en México existe una tradición que data desde la época de nuestros antecesores: los aztecas. La fiesta del Día de Muertos se caracteriza por ser una celebración tanto religiosa como tradicional. Los típicos altares, el pan de muerto y las calaveritas de azúcar, las calacas, el papel picado, las flores de cempasúchil las veladoras y las imágenes de los difuntos son algunos de los aspectos que caracterizan tanto a esta tradición. Cabe agregar, que México es el único país que celebra esta fiesta: la del Día de Muertos. En este trabajo, haremos un pequeño resumen sobre esta fiesta y todo lo relacionado con ésta.
El pasado fin de semana que fue durante el Día de Muertos, lo pasé en mi hacienda en un pueblo llamado Bledos, S.L.P. Ahí noté con que tanto fervor festejaban en realidad el Día de Muertos. El 2 de noviembre, en todo el pueblo de 5,000 habitantes, no había ni una sola `tiendita’ abierta, ni la farmacia ni el teléfono; todo estaba cerrado. La gran mayoría del pueblo caminó al panteón a recordar a sus difuntos. Después, se ofrecieron misas en las que la iglesia estaba tan llena que la gente se tenía que parar en la banqueta para poder asistir. Posteriormente, hubo una gran fiesta y `puestitos’ de comida mexicana. Durante toda la noche del 2 y 3 de noviembre el pueblo estuvo de fiesta. La tradición del Día de Muertos es muy festejada por todos.
¿Qué es el Día de Muertos?
l Día de los Muertos, como su nombre lo indica, conmemora y celebra a los santos difuntos. Esta fiesta ocurre anualmente el día 2 de noviembre. Aunque a través de la República mexicana encontramos diferentes manifestaciones de la fiesta, básicamente consiste en lo siguiente: En los hogares, se coloca un altar con la imagen del difunto que se recuerda. El altar tiene papel picado, flores de cempasúchil, comida típica de la región y del agrado del difunto, veladoras, dulces y un sinnúmero de otros elementos que componen al altar que describiremos más tarde. Además del altar en la casa, la familia visita la tumba donde su ser querido yace. Ahí también se le ofrece comida, flores y se prenden veladoras. Se ofrecen misas por todos los santos y por los fieles difuntos. Al ser el pueblo mexicano tan simpático y alegre, también se hacen muchas caricaturas relacionadas con la muerte como las calacas.
Orígenes
laramente los orígenes de esta fiesta vienen desde el tiempo de los aztecas. Los aztecas pensaban que aquellos que morían accidentalmente o por enfermedades incurables, iban a parar a Tlalocán (una especie de paraíso terrenal) donde les recibía Tláloc. En ese lugar pasaban la eternidad cazando mariposas, comiendo frutas exquisitas o jugando pelota. Los que morían de forma natural (y aquí viene la cuestión de la ofrenda), tenían que llevar a cabo un penoso viaje de cuatro años, durante el cual, enfrentaban todo tipo de peligros. Los afortunados que finalizaban su travesía, arribaban a Mictlán donde eran recibidos por Mictlantecuhtli. Estas creencias coinciden con la localización de tumbas con objetos funerarios de alrededor de 1800 A.C. – 1300 A.C. Los aztecas crearon muchas esculturas relacionadas con la muerte. Su literatura también nos enseña la filosofía mexica hacia la muerte.
Mictlantecuhtli
Fiestas Prehispánicas
través de los datos que de los aventureros, escritores, frailes, etc., se conoce que existían dos festividades dedicadas al culto de los muertos. Fray Diego de Durán decía que eran durante el noveno y décimo mes del calendario náhuatl. El primero de estos meses de veinte días se llamaba Tlaxochimaco, era dedicado a la fiesta pequeña de los muertos, llamada Miccaihultontli (náhuatl), era la fiesta de niños inocentes muertos.
El segundo de los meses se llamaba Xócotl Huetzi y la fiesta Hueymiccailhuitl, era la fiesta grande de los muertos adultos en la cual se hacían grandes solemnidades.
Posteriormente en la Nueva España como consecuencia de la evangelización en el siglo XVI se introducen nuevos conceptos acerca de la muerte y de los lugares a donde va el alma de los difuntos. Con esto, se pasan estas dos fiestas prehispánicas del calendario náhuatl al calendario cristiano que corresponden a las festividades de Todos Santos y Fieles Difuntos, es decir, al 1 y 2 de noviembre. Sin embargo, algunas de las creencias prehispánicas han continuado con los grupos indígenas actuales mezclados con elementos del cristianismo.
La Ofrenda y la Ceremonia
frendar significa compartir con los parientes y amigos fallecidos ciertos privilegios de la vida y algo de los frutos obtenidos durante el año, así como ofrecer alimentos, además de los tradicionales que se dan como ofrenda en cada población , los preferidos en la vida por los difuntos a quienes se les recuerda en el altar. En estos días se reafirma la presencia de los que ya se fueron, pero al tener una vida similar en espíritu, vuelven a estar presentes.
La ofrenda consiste en una serie de elementos generalmente presentes. Estos son: flores (de cempasúchil en especial), pan, velas, bebidas, imágenes religiosas, frutas, comidas, tabaco, papel picado, dulces y copal. En algunos casos se coloca en la ofrenda fotos de los muertos, juguetes, ropa, instrumentos de trabajo, instrumentos musicales y otros objetos que fueron apreciados por ellos durante su vida.
Las ceremonias de días de muertos alcanzan en México mucha importancia. A las almas de los muertos se les venera y se les hacen ofrendas, estos actos han dado origen a ritos y ceremonias que refuerzan los lazos familiares. La celebración de este día da vida a la creencia de que los difuntos tienen “permiso en esta ocasión , para visitar a sus seres queridos de este mundo”. Desde la época prehispánica, el culto a la muerte ha estado ligado a la vida del mexicano, la respeta, pero al mismo tiempo juega con ella y adopta una actitud humorística. Para los indígenas, la muerte era el inicio de una nueva vida en un ciclo renovador, por eso el humorismo mexicano es parte de la muerte, une la alegría con la tristeza, la devoción con la diversión.
Celebración del Día de Muertos en Diferentes Estados
ado que es muy difícil que nosotros expliquemos las tradiciones estatales, anexaremos los artículos de cada estado. Ahí se pueden ver las diferencias que existen entre los estados. Una de las cosas en que más difieren es la comida por ser los gustos diferentes dependiendo de la región.
Morelos: Los preparativos para la celebración del 1 y 2 de noviembre empiezan unas semanas antes con la limpieza de los cementerios. En la mayoría de los pueblos dichas celebraciones se inician entre el 28 y 30 de octubre en que se recuerda y honra a aquellos difuntos que murieron en condiciones muy especiales ( accidentes, ahogados, asesinados, las mujeres que murieron al nacer, etc.)
En cuanto a la ofrenda se va formando con la participación de familiares, parientes y amigos. La familia del difunto coloca en su casa el altar sobre dos mesas o camas de carrizo, puestas en dos niveles, el cual se va arreglando con flores, ceras, panes. Se colocan platos de mole que se obsequian a los parientes que llevan esas ofrendas.
La Huasteca: La religión se manifiesta en un conjunto de elementos sincréticos entre el catolicismo y las raíces indígenas, donde aún se conserva cierta adoración hacia el sol y la luna, interpretados como elementos masculino y femenino.
Son frecuentes las antiguas prácticas de curaciones combinadas con ritos mágicos que realiza el curandero o el brujo, quienes emplean ramas y hojas de plantas en sus limpias. Estos actos son acompañados con música viva de violín, guitarra y jarana.
En relación con el culto a los muertos, en la Huasteca los altares también son de gran vistosidad, arreglados sobre una mesa que se cubre con flores de cempasúchil, crucifijos e imágenes de santos y de la Virgen. Junto a ellos se colocan las viandas para los difuntos y las golosinas para los angelitos, como dulces y calaveras de azúcar.
Querétaro: Querétaro imprime características propias a las ofrendas que se calocan el 31 de octubre al 2 de noviembre para celebrar los tradicionales días de muertos.
Las ofrendas incluyen elementos muy variados que en su mayor parte, son tomados o bien elaborados a partir de lo que brinda el en torno natural; en este sentido las ofrendas en la Sierra Gorda se caracterizan por el arco frontal elaborado de caña o carrizo, el maguey utilizado como candelabro, insertando en cada punta una vela. Los guisos tradicionales ofrendados a los muertos son casi siempre a base de lentejas, nopales, tamales, y dulces de tejocote y calabaza, acompañados de bebidas como pulque o aguardiente de caña, sin faltar ceras y veladoras y capal para aromatizar, ni la flor de muertos , el papel picada y el rebozo a el sombrero del difunto.
Los habitantes del campo llevan además flores y luz en sus velas, los frutos de la tierra y los elementos de disfrute para el difunto, sin ignorar los cuatro elementos de la vida; aire, agua fuego y tierra; adornos de papal picado, líquidos para beber, desde los más puros y reconfortantes hasta los mas deliciosos y embriagantes, sin dejar pasar los atoles; la tierra con sus productos en granos, las flores o frutas y el fuego que se le arranca al carbón, para quemar el copal, o guisar las preferencias del difunto de la devoción.
Si el muerto se come o no lo que con tanto ahínco se le ha preparado, no importa, el caso es que sepa que se le quería y por eso las tumbas se lavan, aunque sea una vez al año, con caudales inacabables de llanto derramado en el camposanto.
Por la tarde del día primero se oficia una misa en la iglesia a la que asiste la mayoría de la gente del barrio, centro y de algunos barrios de la localidad, al terminar esta, los mayordomos de las benditas ánimas y las personas que deseen quedarse toda la noche en la iglesia, eligen un “gobernador” y su “segundo” encargados de dirigir la ceremonia nocturna, el gobernador nombra a su “avanzada” así como al encargado de la misma dándoles instrucciones para que visiten las capillas familiares, la “avanzada” va por el caserío cantando alabanzas y rezando toda la noche, al amanecer la avanzada regresa a la iglesia y las “contribuciones” recolectadas en la capilla se reparten entre los asistentes, aunque la mayor parte es entregada al “gobernador” diciendole: “le ofrendamos este pequeño obsequio de oro y plata”.
El día 2 de noviembre las familias comen lo que han ofrendado a los difuntos visitantes, por la tarde visitan el panteón y comen los platillos que le gustaban al muerto a la vez que adornan la tumba con flores de muerto y silvestres.
En San Ildefonso Tultepec, localidad Otomí al sur de la entidad, la celebración de día de muertos se realiza a nivel comunitario en la parroquia y a nivel familiar en las casas y en el panteón. El prímero de noviembre en la parroquia se efectúa el “Alba” consistente en rezar el rosario y entonar alabanzas al amanecer, con el fin de dar una primera bienvenida a las almas.
Al medio día preparan una ofrenda para todos los muertos de la comunidad, colocando sobre el altar de la parroquia un montón de tierra a manera de tumba, la que cubren con un mantel negro que adornan con mantillas bordadas. Arriba van los cirios, veladoras y velas, los floreros con alcatraz, floripondio, malvast cempasúchil y flores silvestres; así como alimentos en ollas de barro como: mole, frijoles, tartillas, tamales y dulce de piloncillo.
Oaxaca: La celebración del día de muertos en Oaxaca es una ceremonia popular que invoca a los espíritus de los ancestros para invitarlos a “convivir” en el mundo terrenal, por lo que se procura agasajarlos en la forma más atenta. Su visita entre nosotros obedece a un permiso obtenido desde el más allá para que las ánimas de los difuntos puedan visitar a sus parientes. Los muertos retornan a su hogar porque son atraídos por sus antiguas pertenencias o por el amor a sus deudos.
Es posible asegurar que ninguna población de México permanece indiferente a tan arraigada tradición que de alguna forma fortalece los vínculos familiares evocando la memoria de los seres queridos. Existen vestigios de las representaciones de la muerte llevados al cabo por las diversas culturas que florecieron antes de la llegada de los españoles. Dichas culturas sostenían que con los vientos fríos del norte, llegaban los espíritus de sus muertos a visitarlos y para recibirlos organizaban fiestas en su honor.
Desde la evangelización de Oaxaca llevada a cabo por los Dominicos Fray Gonzalo Lucero y Fray Bernardino de Minaya, a la cabeza de un sinnúmero de misioneros civilizadores; se implementaron las fechas para celebrar a los Fieles Difuntos, tomándose como resultado del culto a los muertos que ya tenían los pueblos aborígenes y las preces de la Iglesia por los antepasados.
En la actualidad la celebración de Muertos se inicia a mediado del mes de octubre con la adquisición de los productos que habrán de colocarse como ofrenda en un altar. Desde muy temprano, los mercados se instalan y se visten de olores y colores característicos, entonces comienzan la concurrencia de los deudos.
Pueden encontrarse entre los productos característicos de la temporada: el mole negro, los dulces Oaxaqueños, entre los que no puede faltar la calabaza en conserva, las manzanitas de tejocote y el nicuatole, acompañados por el chocolate y el pan de muerto. Todo esto y las frutas de la estación, son elementos que se utilizan para adornar los Altares de Muertos y para rodear las ofrendas que se colocan en honor a aquellos que han partido ya de este mundo.
El primero de noviembre es día de “llevar los muertos”, la costumbre consiste en obsequiar a parientes y amistades de la familia una dotada muestra de viandas que integran la ofrenda de los muertos. La entrega se hace casa por casa. Este día se venera a los “angelitos”, es decir a los parientes que murieron siendo niños. El día dos de noviembre se venera a los finados adultos.
Todos los Santos y los Fieles Difuntos son ocasiones para que el pueblo ejerza sus ancestrales costumbres. Algunos, orando por sus familiares pasados, otros yendo a los cementerios para adornar las sepulturas que permanecen en los panteones, elaborando así los altares de muertos.
Gran parte de la preparación de estas fiestas, se refleja en la construcción de los Altares de Muertos, ofrenda que se hace para honrar a los familiares fallecidos, ya que según la creencia popular, ellos vendrán a visitar sus moradas y a sus familias en este día. Los Altares de Muertos son instalados en las casas de sus familiares o en los mismos panteones sobre las tumbas y varía de acuerdo a las tradiciones de cada región. Todo lo que el fallecido disfrutó en vida, es recordado al preparar el altar; la ofrenda se coloca el día 31 de octubre por la mañana, y es todo aquello que los ya finados vendrán a saborear y disfrutar.
Este altar se levanta generalmente sobre una mesa forrada con un mantel o una sabana blanca o bien con papel de china “picado”; en las patas frontales de la mesa, se amarran unas cañas de azúcar o carrizos, a los que se les da forma de arco triunfal, por donde se da la bienvenida a los fieles difuntos.
Tradicionalmente en todo Altar de Muertos jamás se olvida colocar la flor de muerto, el oloroso “cempasúchitil”, y también flores de otro tipo. Otra de las ofrendas que nunca se soslayan y que se sitúan en los altares para que las ánimas de los difuntos se alumbren, es la lámpara que contiene el aceite de higuerilla, las velas de cera blanca y veladoras. Dependiendo de cada familia, las imágenes religiosas y fotográficas de los finados también suelen colocarse.
Desde la época prehispanica hasta nuestros días, ha sido costumbre entre nuestros pueblos, colocar en el altar de muertos la ofrenda de copal o incienso, substancia que al ser quemada produce gratos aromas; esta ofrenda era considerada como uno de los principales tributos a las divinidades.
Una vez colocado el altar, nadie puede tocar absolutamente nada. Los invitados son los muertos y son ellos quienes inician el convite, en su retorno al inframundo, ya satisfechos, únicamente se llevarán el olor y la savia de los platillos, sólo después de ellos, todo podrá ser probado por los deudos.
Por todo los anterior, “Los Días de Muertos” representan una mezcla de tradición, culto, fiesta, magia e historia en Oaxaca. Es un espectáculo magnífico el que se vive en los panteones; como el Panteón General adornado con más de 2 mil 400 veladoras, o que decir del Concurso de altares de Muertos, de los magníficos adornos de tumbas, del ingenio y el esmero de los familiares para agradar a los ya finados y de toda esta expresión de amor terrenal.
La ciudad de Oaxaca se prepara para esta reunión con los difuntos, y en cada uno de los Panteones se tienen actividades que es posible compartir, vivir y experimentar por cada uno de nosotros.
En Oaxaca, estado mayoritariamente indígena, el 1 y 2 de noviembre son días de fiesta y recuerdo vivo en casi el cien por ciento de las miles de comunidades, donde en el Día de Muertos no sólo están los vivos, sino también los muertos.
Habitan en las calendas -luminosos desfiles con muñecos de tela enormes y bailadores- en los grandes altares con comidas alrededor de las tumbas, y en las pláticas íntimas de los campesinos que establecen el diálogo inmemorial con sus muertos.
Habitan en Comparsas, en los intensos bailes de jóvenes disfrazados de diablos y muertos, donde un burro lleva ataúdes y mefisto casa a una bruja con un nagual, todo al son de bandas de música, mezcal y alegría.
Místico y social, abierto y lleno de sentimientos, inaccesible incluso, la gama de festejos de Día de Muertos en Oaxaca es tan grande como las 14 etnias indígenas que pueblan el estado, y tan profundo como sus diferencias.
En Huautla de Jiménez, región mazateca a unos 120 kilómetros de la capital oaxaqueña, el Día de Muertos es de susurros y movimientos con los deudos, fumando un poco o tomando un trago de mezcal en los panteones, frente a las ofrendas de luces matizadas por el viento.
Luego también la música tradicional, con sus bandas y cantos, misas, y la reunión íntima alrededor de sus antepasados.
En Juchitán, zona del Istmo, la tradición en contraste es de animadas pláticas e invitación a los muertos para que se reúnan en casa de sus familiares, donde se les hace la comida que más les gusta, y entre mezcal y cerveza fría conviven los muertos y los vivos hasta la madrugada.
En Miahuatlán, rumbo a la costa oaxaqueña, los muertos tienen tal respeto de sus deudos que éstos los invitan con 15 días de anticipación a la fiesta anual en su honor en noviembre. Por lo tanto, cada 15 de octubre los panteones ya están llenos de flores y comida.
Día de Muertos en Oaxaca es día de fiesta pública y privada, para las misas, los bailes y las bandas, la comunidad coopera con su “voluntad”, es decir una botella de mezcal, tamalitos, y sobre todo su presencia.
Michoacán: Entre los antiguos mexicanos, el tema de la Muerte traía consigo un significativo ritual que impresionó tanto a los primeros conquistadores (militares y religiosos) que arribaron al territorio mexicano. Tanto que, a través de la evangelización comenzaron a introducir nuevas ideas que, si bien no cambiaron del todo la ideología de los mexicanos, si se dio un sincretismo religioso muy marcado.
En cuanto a la concepción de la muerte entre los antiguos mexicanos, José Corona Núñez, el autor del reconocido libroLa Mitología Tarasca, considera que:
“Tiripetío, tiene significado religioso de región o lugar amarillo, del color del oro, dedicado al Sol. Fue un centro religioso de mucha importancia dedicado a los “Dioses Primogénitos”, nuestros antepasados, nuestros padres, y los muertos en el sacrificio o en el campo de batalla. Todos ellos iban a la región amarilla. De ahí que se les ofrenden las flores amarillas del cempoaxóchitl. Esta región amarilla está colocada en el Norte. En la época prehispánica, el día consagrado a los muertos, los mexica subían a los techos de sus casas y, mirando al norte llamaban a sus antepasados, gritando su nombre. Estos antepasados llamados Dioses Primogénitos, convivían con sus deudos, por lo que diariamente, al mediodía, se les ponían alimentos en el quicio de la puerta de sus casas. Este es el origen de las ofrendas de los panteones.” (Diccionario Geográfico Tarasco-Náhuatl, UMSNH, 1993, p. 86).
Si partimos de lo dicho por Coroná Núñez en cuanto al origen de las ofrendas de muertos, lo cierto es que, durante la época colonial, la costumbre se fue arraigando notablemente en Michoacán, a tal grado que ya en nuestro siglo, tal celebración ha sido objeto de admiración de un alto número de visitantes, tanto nacionales como extranjeros, lo que en cierta forma ha venido distorsionando una de las más representativas celebraciones michoacanas del calendario religioso: La celebración de Difuntos.
Actualmente en nuestro estado, por fortuna, todavía se pueden apreciar dos tipos de ofrenda: la de panteón y la de casa. Las primeras se han convertido en verdaderos espectáculos para el turismo, principalmente en Janitzio y Tzintzuntzan. Mientras que las de casa, se conservan con apego a la tradición, sobre todo en poblaciones como Santa Fe de la Laguna, Cuanajo, San Andrés Tziróndaro, San Gerómimo Purenchécuaro y Tarecuato, entre otras.
En Morelia, año con año el Museo del Estado (desde 1986), ha venido montando estas ofrendas y el Instituto Michoacano de Cultura, tratando de rescatar nuestras tradiciones, cada año, también, convoca a un concurso en el ramo de ofrenda tradicional.
El Museo del Estado que se ubica en la calle de Guillermo Prieto (Frente al jardín de Las Rosas), abre su ofrenda al público el día primero de noviembre por la tarde. Una ofrenda de casa, con apego a la tradición de Santa Fe de La Laguna, la cual permanece expuesta durante una semana.
Veracruz: Al igual que en el resto del país, la muerte y su significado guardan un importante lugar en las diferentes culturas pasadas y actuales del estado de Veracruz.
Su historia y simbolismos se mantienen vivos hasta nuestros días, en donde a través de diversos festejos y ceremonias, se fortalece la creencia de mantener “vivos” a los seres queridos que han viajado al más allá.
El paso de los años no ha impedido la conservación de las costumbres, como es el caso de las ofrendas a los difuntos chicos y grandes, así como la visita a los compadres, en donde todas las personas conviven y comparten sus alimentos.
Los preparativos de Todos Santos en algunos sitios inician desde el 30 de octubre, en donde se toman las providencias con alimentos, flores y diversos productos que serán utilizados en la preparación de las ofrendas y altares.
Dentro de la entidad veracruzana la celebración alcanza gran espectacularidad en la región de Papantla, ubicada en la zona serrana al norte del estado, ya que los habitantes con varios días de anticipación construyen imponentes altares y ejecutan vistosas danzas.
En esta misma zona el día 3 de noviembre preparan una ofrenda para las personas que murieron ahogadas o por accidente.
A los difuntos que en vida fueron “malos”, se les coloca un altar adornado en forma sencilla afuera de las casas o abajo de un árbol, ya que no tienen permiso de entrar a los domicilios.
Aquí también se prepara la “octava”, celebración especial para los espíritus que no asistieron en los días 1, 2 y 3 de noviembre, es por eso que pacientemente se espera su llegada.
En las rancherías de Papantla actúan los “huehues” o “viejos”, quienes inician sus andares desde el mediodía del 1 y 2 de noviembre, y terminan hasta entrada la noche, estos personajes representan la realidad de la vida y de la muerte.
El municipio de Tempoal, al norte del estado, es escenario de uno de los festejos más “raros” del país. Esta ceremonia es considerada como pagano-religiosa, ya que incluye tributo tanto a deidades aztecas como divinidades impuestas durante la conquista de los españoles.
En las fiestas los habitantes agradecen al dios de los difuntos y a los muertos mismos, la influencia que tienen para que las cosechas sean abundantes y que además en el seno familiar reine la paz.
Como parte importante de la tradición se encuentra el uso de los cohetes, que al igual que cada uno de los objetos usados en las celebraciones tiene su significado.
Los destellos luminosos del artefacto explosivo sirven para llamar la atención y atraer a los espíritus “buenos”, y por otra parte son utilizados para alejar a los espíritus “malos” de las cercanías de las casas.
Los “viejos” en el municipio de Tempoal materializan las almas de los muertos, situación que les da la libertad de entrar a cualquier casa que ellos consideren, y en donde se dirigen al arco de las ofrendas y toman de ellos los alimentos que deseen.
En algunos casos los festejos de los “viejos” son acompañados con música de violín, guitarra y jarana, lo cual le da más colorido a la ceremonia.
En la parte central del estado algunos municipios mantienen vivas las tradiciones, tal es el caso de Naolinco, localizado a 30 kilómetros de la capital, Xalapa, así como la Congregación de Jalcomulco y Palogacho.
Una de las tradiciones que se ha perdido con el paso de los años en algunas comunidades, pero que en otras se mantiene, es la despedida de los muertos, la cual tiene verificativo el día 30 de noviembre, y es de gran importancia, ya que el propósito es que los espíritus regresen al más allá con bien, para lo cual también se les ofrendan alimentos.
De este modo los veracruzanos mantienen vivas las tradiciones en torno al misterio de la muerte, siempre buscando “construir” un camino libre de obstáculos para ir y regresar a la tierra de Todos Santos.
Sonora: Indígenas mayos no han perdido su tradición en las celebraciones a los santos y fieles difuntos, sino que éstas se fortalecen cada año, aseguró el coordinador de autoridades tradicionales yoremes mayos, Hilario Yocupicio García.
Entrevistado por Notimex, externó que las celebraciones se inician desde el 24 de octubre con los llamados “novenarios”, tradición que data desde antes de la conquista.
Explicó que ese día en cada templo o vivienda yoreme se representa una tumba con una mesa cubierta con un manto negro con luces bordadas de color blanco y en las esquinas se colocan flores naturales como margaritas, cempoales, pompones, gladiolas, manos de pantera y velas.
Destacó que en el centro de la mesa se pone un libro que se conoce con el nombre de “bale” o “pala”, y que contiene los nombres de los difuntos a quienes el maestro rezador les pasa lista.
Apuntó que desde el 24 de octubre en las casas yoremes se inicia la construcción de un “tapanco”, estructurado con postes medianos en forma de casa, con una mesa rústica y adornado con flores de papel china o crepé.
Allí se depositan diversos alimentos como tamales con frijoles
yorimuni, pan de harina de trigo, semitas, cigarros, wacabaque
(cocido), botellas de licor, café, naranjas y cañas, de acuerdo al gusto del difunto, y si éste es un niño, se le dejan dulces y juguetes.
Posteriormente, se les encienden veladoras, con la creencia de que los espíritus vendrán a alimentarse, por lo que les prenden también tres cohetes como una forma de llamarlos.
Yocupicio García destacó que el 1 de noviembre, día de todos los santos, en las comunidades mayos generalmente se dedica a los niños difuntos o “angelitos”.
Subrayó que por la mañana de ese día, el maestro religioso de la jurisdicción, junto con una cantora (Mujeres que acompañan al maestro rezador en el canto de letanías e himnos) se presentan a cada uno de los “tapancos” al que se le ofician rezos.
Por la tarde, en una enramada ubicada en el patio de la casa,
comienzan a danzar los matachines y luego el venado y los pascolas, lo cual se realiza durante varias horas.
En tanto, la noche de ese día es para la velación en los
panteones, que permanecen iluminados y con la presencia de los
familiares y amigos de los muertos.
Aclaró que es una fiesta tradicional en la que se hacen presentes los conjuntos musicales, bandas, mariachis, tríos y se toca la guitarra o el acordeón con las canciones que les gustaban a los fallecidos.
Subrayó que al amanecer del 2 de noviembre, los alimentos y las flores de papel son retiradas de las tumbas y se llevan a casa, dejando las flores frescas y para despedir a los espíritus de los muertos, los fiesteros queman tres cohetes durante la madrugada del 3 de noviembre.
Destacó que las celebraciones del día de muertos se llevan a cabo en los centros ceremoniales, iglesias y viviendas en general de los 80 mil mayos asentados en las comunidades de Navojoa, Huatabampo, Etchojoa y Benito Juárez.
Refirió que los principales centros ceremoniales son Sebampo,
Pueblo Viejo, Masiaca, San Ignacio Cohuirimpo, San Pedro Viejo, El Recodo, Bacabachi, El Júpare y Etchojoa.
Yocupicio García puntualizó que estas celebraciones tradicionales contribuyen a estrechar los lazos de los hombres vivos y los muertos, lo que han pasado a ser la historia de los pueblos mayos.
Yucatán: El Hanal Pixán, la “fiesta de los muertos” del pueblo maya que sintetiza una creencia heterodoxa de ritos autóctonos, hispanos y católicos -incolúmne pese a los embates de la modernidad-, es extensa y variopinta como… su gastronomía.
Los días de muertos son en esta región maya sólido motivo para que las mujeres desplieguen todo un arsenal de platillos tradicionales -de fácil preparación unos, minuciosos y elaborados como pieza de filigrana la mayoría-, cuyas recetas perviven por generaciones.
Tiempos de cocción, selección de ingredientes, modos de elaboración y, ahora también, motivo de ingenio para sustituir ingredientes originales que la carestía pone lejos del alcance de
muchos; la policroma gastronomía maya del Hanal Pixán es a veces, para los legos, todo un acertijo.
El Hanal Pixán abarca siete días reservados al recuerdo de las ánimas, que tienen permiso para descender al mundo terrenal, visitar a familiares o amigos… Y fundamentar un buen argumento para enriquecer el paladar de los vivos.
El primero de noviembre el menú varía según el gusto culinario que se recuerda del rememorado ausente, que en esta fecha tiene oportunidad de volver a saborear sus platillos preferidos.
En Yucatán, esta celebración tiene sus días de mayor actividad el 31 de octubre y el 1 y 2 de noviembre, y en casas, panteones e iglesias son muchos los dedicados a preparar los utensilios que usarán en estas fechas.
Velas de cera negra elaboradas en ticul, alfarería de maxcanú, uayma y mama con miniaturas, tazas, platos, cajetes, constituyen parte esencial de la escenografía típica del Hanal Pixán, que recibe a los difuntos que retornan para servirse de la “comida de ánimas”.
El banquete está conformado por una variedad de sabrosos platillos, como el relleno negro, el escabeche y los “pibes” o “mucbilpollos”, cocinados en hornos subterráneos de los pueblos, o en los de las panaderías en las ciudades grandes, como Mérida.
Los guisos son variados, deliciosos y están encabezados por el tradicional “mucbilpollo”, un género de tamal de maíz de grandes proporciones relleno con carne de ave y puerco condimentadas con “k’ol”, masa de maíz diluida en agua, achiote, sal, pimienta de tabasco y de castilla; orégano y ajo, epazote, cebolla y tomate.
O bien, el “chachak-uab”, muy parecido al primero pero la masa se mezcla con sal, manteca y achiote, agregándole el “chakk’ol”, y el “pibi uab”, con masa de maíz, manteca y sal; relleno con carne de gallina y puerco y “k`ol”.
Hay también “tuti uab”, muy parecido a los pibes, pero adicionado con ibes o espelones (Similares al frijol), y los famosos polcanes, una masa endurecida mezclada con ibes cocidos con sal, cebollina, chile habanero y pepita molida, o el pibinal, un elote cocido bajo tierra.
El “atole nuevo” se prepara con granos crudos de maíz tierno que forman una masa disuelta en agua caliente que, al término de seis horas, se cuela y cuece con sal y azúcar; el “tan chukuá” es un atole de maíz disuelto en agua y cacao molido, anís y pimienta de tabasco.
Todos estos platillos se colocan sobre un altar rústico de “penché” -madera de la zona-, que carece de clavos porque el resplandor indiscreto de alguno podría asustar a las almas de niños y adultos.
El altar se cubre con un mantel blanco o negro. En consideración al estado de gracia del ánima, y el comportamiento que tuvo en la vida terrena, y en él se depositan siete “jícaras” (Recipientes naturales) con diferentes bebidas.
Cuatro de los rústicos recipientes representan a los niños en cada punto de los extremos de la milpa, y tres a las niñas que laboran alrededor del “comal”; contienen chocolate, atole de maíz o harina y agua -elemento purificador-, acompañado de panes, frutas y dulces.
En vísperas de la celebración, al centro o sobre el altar, se coloca una cruz de madera pintada de verde que representa el yaxché, así como un cuadro de la virgen del carmen, patrona del purgatorio, como elementos propios de la fusión de las culturas mayas y española.
El 31 de octubre, cuando se recuerda a los niños, se depositan juguetes y un pan de elote con silueta infantil, para que los pequeños muertos jueguen con él y no se lleven por descuido a los bebés que habitan en las casas que visitan.
Bajo el altar, velas multicolores intentan llamar la atención de los evocados, a quienes se obsequia aroma de ruda y albahaca, adornos con flores autóctonas anaranjadas y moradas, que simbolizan el norte y el sur en el mundo de los vivos.
La opinión de la investigadora de la unidad de ciencias sociales del centro de investigaciones regionales “hideyo noguchi”, Hilaria Maas Collí, y de la Secretaria Académica de la Facultad de Ciencias Antropológicas de la UADY, Guadalupe Cámara Gutiérrez, valora la importancia de esta conmemoración en la zona rural.
Ambas, antropólogas explican que la conmemoración constituye, desde una mirada sociológica, la más importante dedicada a los difuntos, pues “mantienen la creencia de que sus seres queridos retornan por algunos días”.
Maas Collí, investigadora del Cir “Hideyo Noguchi”, recuerda que las “fiestas a los muertos” son propias de Mesoamérica y cada región las distingue con características propias, e incluso en Yucatán hay notorias diferencias según el municipio.
Ejemplificó con Huhí, donde el platillo del Hanal Pixán varía según el día, de manera que el 31 de octubre, dedicado a las almas de los niños, el desayuno consta de chocolate y panes de harina con perfil de pájaros y sonajas con el fruto del “xtuch”.
El platillo principal es puchero de gallina, con poco condimento y sin picante, pero el primer día de noviembre, reservado a los adultos, la comida varía al relleno negro o escabeche, frutos de la milpa como ibes, espelones y dulce de calabaza.
En los “días de muertos” en Yucatán se recuerda, pues, a los ausentes, desde mesas con elementos complicados que revelan la profunda cosmogonía maya y que son motivo de refexión para los estudiosos, pero también de gusto para los vivos… y sus estómagos.
Cómo hacer un Altar
T
odos los mexicanos sabemos que los altares de muertos son tradicionales por finales de Octubre y principios de Noviembre, pero no sabemos a ciencia cierta cuáles son los elementos que deben contener :
* Papel picado de color morado (luto cristiano).
* Papel picado de color naranja (luto azteca).
* Flores de cempasúchil (del náhuatl: cempoalxóchitl = flor de 20 o más petalos).
* Cuatro velas (indican los cuatro puntos cardinales).
* Incienso (para alejar a los malos espíritus y para purificar el ambiente).
* Cruz de ceniza (para purificar el espíritu del muerto).
* Jarra de agua (por si llega fatigado del camino).
* Recipiente para lavarse las manos (aguamanil) y toalla.
* Foto del difunto.
* Comida que le gustaba al muerto.
* Pertenencias estimadas por el muerto.
* Tequila o bebida preferida del muerto.
* Cuatro banderas de papel picado metidas en naranjas.
* Pan de muerto.
* Fruta.
* Calaveras de azúcar.
Arma tu ofrenda. El proceso, desde ir a un mercado a comprar flores, pan, papel de china y calaveritas, más que una celebración religiosa, es una forma de acercarnos a una antiquísima costumbre de nuestro país y de permitirnos convivir con el concepto de la muerte.
Día de Muertos y Halloween
D
ía de Muertos y Halloween son celebraciones cercanas en las fechas pero lejanas en su significado y en los sentimientos que despiertan. El Día de Muertos hace emerger sentimientos de gusto por nuestras tradiciones, nostalgia y esperanza. Mientras que el Halloween es sencillamente diversión. Cada vez más la gente celebra Halloween. Al hacer esto, gran parte de la gente se olvida de nuestra tradición, nuestras costumbres, nuestra cultura. Esto se ve sobretodo en la población joven.
Es importante que los mexicanos recordemos a nuestros difuntos. Y para hacer esto, tenemos que festejarlos el 2 de noviembre. Este festejo tiene miles de años de existencia mientras que el Halloween es sólo una pequeña `fiesta de disfraces’. Todo esto se puede ver en el próximo capítulo en la Encuesta sobre el Día de Muertos.
Encuesta sobre el Día de Muertos
¿Q
ué tanto aprecian los mexicanos esta tradición? ¿Cuántos la festejan y ponen altares? Para saber estas respuestas y enterarte de otras cosas interesantes estudie la encuesta a continuación.
¿Qué significa para usted el día de muertos?
¿Le conmueve el Día de Muertos?
¿Por qué sí?
¿Por qué no?
¿Acostumbra celebrar el Día de Muertos?
¿Cuáles de las tradiciones del Día de Muertos sigue usted?
¿Qué significa para usted el halloween?
¿Acostumbra celebrar el halloween?
Refranes y Dichos populares
L
a muerte es flaca y no ha de poder conmigo.
Al fin que para morir nacimos.
Al vivo todo le falta y al muerto todo le sobra.
Amigos hasta morir, pero de prestarte nada hay que decir.
A mí las calaveras me pelan los dientes.
Anda como el diablo en el panteón.
A quien Dios quiere para sí, poco tiempo lo tiene aquí.
Asustar con el petate del muerto.
A ver a un velorio y a divertirse a un fandango.
¡Ay muerte, no te me acerques, que estoy temblando de miedo!
Caite cadáver.
Cansado de velar cadáveres y no puros muertos con cabezas de cerillo.
Cargar con el muerto.
Cayendo el muerto y soltando el llanto.
Como la muerte de Apango: ni chupa, ni bebe, ni va al fandango.
Como ya me he muerto, sé lo que es la eternidad.
Consejos y ejemplos que obligan, los que los muertos nos digan.
Cuando el tecolote canta, el indio muere… No es cierto, pero sucede.
Cuando estés muerto, todos dirán que fuiste bueno.
¡Cuánto me gusta lo negro, aunque me espante el difunto!
Al diablo la muerte, mientras la vida nos dure.
Dar el muertazo.
De aquí a cien años, todos seremos pelones.
De tonto me muero este año.
¿De qué mueren los quemados?
Deténganme que lo mato…
De un jalón hasta el panteón.
Donde lloran está el muerto.
El asno sólo en la muerte halla descanso.
El estreñido muere de cursos.
El muerto a la sepultura y el vivo a la travesura.
El muerto y el arrimado a los tres días apestan.
El que ha de morir a oscuras, aunque muera en velería.
El que por su gusto muere hasta la muerte le sabe.
Entre todos lo mataron y él solito se murió.
Era más grande el difunto.
Hay muertos que no hacen ruido y es más grande su penar.
Huyes de la mortaja y te abrazas del difunto.
La gratitud no es a perpetuidad como los sepulcros.
Las penas no matan, pero ayudan a morir.
Levantar muertos.
Mátame a garnuchos.
Matar pulgas a balazos.
Morir en la raya.
Muerta Jacinta, que se mueran los guajolotes.
Muerto el ahijado, se terminó el compadrazgo.
Muerto el perico, ¿para qué quiero la jaula?
Muerto el perro se acabó la rabia.
Muertos los piojos por hacer columpio.
Mujeres juntas, sólo difuntas.
No es mala la muerte cuando se lleva a quien debe.
No le pido pan al hambre, ni chocolate a la muerte.
No vas a morir de parto ni de cornada de burro.
Piojos que en España mueren, en México resucitan.
Poco veneno no mata, ni mucho si no es activo.
Primero muerto que cadáver.
Primero muertos que fuera del horario.
Se hace pesado el muerto cuando siente que lo cargan.
Sólo los guajolotes mueren en la víspera.
Son de los que muriendo matan.
Todos nacemos llorando y nadie se muere riendo.
Vale más un cobarde en casa, que un valiente en la cárcel o en el cementerio.
Vámonos muriendo todos que están enterrando de gorra.
Vamos a ver de qué tumba salen más muertos.
Velo y mortaja del cielo bajan.
Ya ni en la paz de los sepulcros creo.
Yerba mala nunca muere y si muere no hace falta.
Frases Célebres
• C
írculo es la existencia, y mal hacemos
cuando al querer medirla le asignamos
la muerte y el sepulcro como extremos.
Manuel Acuña
•La muerte no es más que un accidente de la vida universal; la inmortalidad la han inventado los hombres para consolarse de lo efímero de sus vidas.
Doctor Atl
•Creo en lo importante de estar vivo y de ser un hombre de tiempo, de ceniza, que nace, crece y muere, o nace y muere.
Homero Aridjis
•Los velorios son para el mexicano, en realidad, más que una ocasión de enfrentarse con un futuro inexorable, la oportunidad de holgar, murmurar y divertirse.
María Elvira Bermúdez
•Vivos por breve tiempo, mis hermanos.
Sólo por la muerte nos queremos.
Rubén Bonifaz Nuño
•Frente a la proximidad de la muerte, la necesidad de amar se acrecienta.
Muero cada día. No hay nada nuevo en ello.
José Luis Cuevas
•Pero ahora ¿que importa un año más en el tiempo de un muerto?
Quisiera morir silenciosamente, sin dejar una huella, como muere una música lejana en un oído inatento.
Carlos Díaz Dufoo, hijo
•No le tengo miedo a la muerte, porque es una mujer.
Emilio Fernández
•Yo no le tengo miedo a la muerte, pero sí al modo como he de morir. Quisiera hacerlo como Don Quijote, cuerdo y con el ánimo sosegado.
Luis González Obregón
•Mientras más erótico se es, más se tiene la obsesión de la muerte. Erotismo y muerte van siempre de la mano.
Hugo Gutiérrez Vega
•Los granos de trigo sepultados en tierra morirán, ya que la muerte es indispensable condición para renacer.
Luis María Martínez
•Morir es nada cuando por la patria se muere.
José María Morelos y Pavón
•Lloras a tus muertos con un desconsuelo tal, que no parece sino que tú eres eterno.
¿Quién no sabe que en México seguimos al pie de la letra el precepto bíblico de alabar a los muertos? A los vivos los elogiamos cuando pueden darnos algo.
Amado Nervo
•Hasta a la muerte la tratamos los mexicanos con empalago, la envolvemos como un tamal en las melosas hojas de elote del diminutivo. En los pueblos de México se junta la gente para rezar nueve noches por el alma del difuntito.
Octavio Novaro
•Muero creyendo que he hecho por el servicio de mi país cuando he creído en conciencia que era bueno.
Melchor Ocampo
•La muerte es intransferible, como la vida.
La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida.
Octavio Paz
•Ido el placer ¿la muerte a quien aterra?
Ignacio Ramírez
•La muerte es un acto infinitamente amoroso.
José Revueltas
•Tu cadáver te ha de alcanzar, no tengas cuidado.
Jaime Sabines
•La vida es un paso a la muerte, nacimos para morir.
Carlos Trouyet
•En tanto las lámparas estén en agonía, aún hay vida. Pero, como los místicos, interesa irse haciendo, con serenidad, a la idea de la muerte.
Luis G. Urbina
•La muerte es el instante en que la mariposa escapa de la oruga; en nuestro cuerpo el alma está larvada y es la muerte quien le otorga el ser.
La vida y la muerte no son dos polos opuestos, sino dos estados conexos entre los cuales no todos los contactos cesan.
José Vasconcelos
•La muerte toma siempre la forma de la alcoba que nos contiene.
Xavier Villaurrutia
Poesía Náhuatl
A
unque sea jade: también se quiebra,
aunque sea oro, también se hiende,
y aun el plumaje de quetzal se desgarra:
¡No por siempre en la tierra:
sólo breve tiempo aquí!
Como una pintura
nos iremos borrando,
como una flor
hemos de secarnos
sobre la tierra,
cual ropaje de plumas
del quetzal, del zacuán,
del azulejo, iremos pereciendo.
Nezahualcóyotl
Sólo venimos a dormir, sólo venimos a soñar:
no es verdad, no es verdad que venimos a vivir en la tierra.
En yerba de primavera venimos a convertirnos:
llegan a reverdecer, llegan a abrir sus corolas nuestros corazones,
es una flor nuestro cuerpo: da algunas flores y se seca.
¿Conque he de irme, cual flores que fenecen?
¿Nada será mi nombre alguna vez?
¿Nada dejaré en pos de mí en la tierra?
¡Al menos flores, al menos cantos!
¿Cómo ha de obrar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir, a brotar en la tierra?
En vano nací, en vano vine a brotar en la tierra:
soy un desdichado, aunque nací y broté en la tierra:
digo: ¿Qué harán los hijos que han de sobrevivir?
Poema nahuatl
Calaveritas
L
as calaveritas son unos pequeños poemas cómicos y satíricos relacionados a una persona. A continuación presentamos una `probadita’ de ellos.
JEFE DE REGLAMENTOS | DIRECTOR DEL DIF | EL CANDIDATO | SECRETARIO DE |
SECRETARIO DE | DON RAUL | DIRECTOR DE | EL TESORERO |
JEFE DE ARCHIVO | REGIDORA DE | POLICIA | DIRECTOR DE DESARROLLO |
DON SILVESTRE | REGIDOR DE HACIENDA | REGIDOR DE SALUD | SECRETARIO DE |
La Catrina
L
a Catrina representa una señora de la alta sociedad mexicana de la época de Porfirio Díaz. La Catrina hace alusión a una señora aristocrática que gustaba de pasear por la Alameda Central de la capital mexicana. En la imagen se ve a una señora con su típico sobrero elegante y una sombrilla para resguardarse del sol. Esta obra la hizo José Guadalupe Posadas. Es muy típica durante las festividades de Día de Muertos.
Recetas: Cómo preparar pan de muerto y calaveras de azúcar
¿A
lguna vez se ha preguntado como preparar los típicos dulces y panes del Día de Muertos? Aquí le presentamos dos excelentes recetas.
Pan de Muerto:
Ingredientes:
5 tazas de harina
3 cucharadas soperas de levadura comprimida desmoronada
5 yemas
5 huevos
2 barras de margarina
1 taza de azúcar
3 cucharadas soperas de agua de azahar
1 cucharada sopera de raspadura de naranja
2 huevos para barnizar
1 pizca de sal
Procedimiento:
Deshaga la levadura en 4 cucharadas soperas de agua tibia, agregue 1/2 taza de harina y forme una pequeña bola de masa suave. Déjela 15 minutos en un lugar tibio hasta que crezca al doble de su tamaño.
2. Cierna la harina con la sal y el azúcar; forme una fuente y ponga en medio 3 huevos, las 5 yemas, la margarina, la raspadura de naranja y el agua de azahar. Amase bien.
3. Agregue la pequeña bola de masa de levadura. Vuelva a amasar y deje reposar en un lugar tibio durante una hora. La masa deberá aumentar su tamaño casi al doble, nuevamente.
4. Vuelva a amasar. Forme los panes del tamaño deseado y póngalos en charolas engrasadas.
5. Bata los 2 huevos para barnizar y pegar los huesos y las lágrimas.
6. Adorne con formas de huesos y lágrimas hechas de la misma masa y péguelas con huevo batido. Barnice el pan con huevo y espovoree con azúcar.
7. Meta los panes al horno precalentado a fuego medio, durante 30 o 40 minutos. Sáquelos y déjelos enfriar.
Calaveras de Azúcar:
Ingredientes:
3/4 de kilo de azúcar blanca
1/2 cucharadita de cremor tártaro
1/4 de litro de agua
Moldes
Para adornar:
2 claras de huevo
Azúcar glass
Colores vegetales
Papel de estaño de varios colores
Papel encerado para hacer duyas o cucuruchos para adornar
Moldes para hacer las calaveras
Procedimiento:
Ponga al fuego un traste con el agua y el azúcar y mueva hasta que el azúcar se disuelva. Cuando suelte el hervor, déjelo no más de 12 a 15 minutos.
Se la retira del fuego y se la bate hasta que cambie su color a blanco.
Empiece a rellenar los moldes por el orificio, después de unirlos con ligas; cuando estén llenos, colóquelos hacia arriba.
Cuando sienta los moldes tibios y el azúcar del interior haya cuajado, tome los moldes, sumérjalos en agua y sáquelos enseguida.
Quite las ligas y retire los moldes. Ponga las calaveras a escurrir y secar sobre una charola.
Para el decorado, se hacen las duyas con el papel encerado.
Bata las dos claras de huevo, agregue azúcar glass hasta que se forme una pasta suave, y también unas gotas de limón. Vierta esta mezcla en 4 o 5 trastes pequeños y a cada uno póngale unas gotas de los colores que quiere usar.
Llene cada duya con un color, córtele la punta cuidando que quede una salida pequeña y adorne la calavera junto con los recortes de papel estaño que se desea utilizar.
Conclusión
E
l Día de Muertos a nuestra manera de ver, se está haciendo cada vez más débil. Esto se debe, entre otras razones, a que nuestra sociedad es cada vez más influenciada por la americana. Los valores, las costumbres, las tradiciones y el folklore, se pierden cada vez más. La juventud se ve cada vez más desinteresada en seguir con esta tradición. El Halloween y los disfraces toman más y más fuerza cada vez. Aparentemente nuestras tradiciones son menospreciadas por la gente de hoy en día.
Viendo al Día de Muertos, creemos que es muy bonito tener una tradición tan única, tan simbólica y tan original. Muy pocos países en el mundo tienen tradiciones tan antiguas. Esperamos que esta y otras tradiciones cada vez cobren mayor fuerza y se difundan más allá de México.