Infidelidad virtual, un problema real.
Escrito por Janito el 1 agosto, 2014
Engañar a la pareja con otra persona es el principal factor para que las relaciones amorosas terminen. En los últimos años este problema se ha incrementado por el uso de Internet, pues permite conocer gente de manera anónima o con una personalidad ficticia.
La red mundial de información se ha convertido en nueva forma de generar vínculos románticos que, si bien no implican contacto físico —al menos en el inicio—, no dejan de contener fuerte carga sexual. ¿Qué lleva a las personas a crear lazos virtuales?
El psicólogo Juan Antonio Barrera Méndez, director y terapeuta de la clínica Atención y Tratamiento Psicológico, ubicada en la Ciudad de México, responde que “son múltiples los motivos; por ejemplo, poseer escasa habilidad en las relaciones personales, tener relación de pareja conflictiva, sentirse solo, ser tímido, estar desempleado, no sentirse comprendido por la actual pareja, ser adicto u obsesivo con el uso de la red o por diversión, por mencionar algunos”.
En efecto, los affaires on line suelen implicar el mismo tipo de pensamientos y emociones que cualquier otra relación, lo cual incluye secretos, fantasías, entusiasmo, frustraciones, negación y/o racionalización; por tanto, tienen potencial devastador para otras relaciones que se mantengan al mismo tiempo, sean amorosas, familiares, laborales o de amistad.
Con el tiempo, el mundo de fantasía que se presenta en la web puede hacer que la persona inmiscuida vea a la vida real como monótona, aburrida y en la que resulta imposible acceder a la increíble cantidad de intimidades y privacidad que se pueden encontrar on line.
Ciber-canas al aire
Algunos cónyuges usan las redes sociales y foros para contactarse con otros y engañar virtualmente a sus parejas, ya sea con palabras, pensamientos, fantasías y hasta relaciones sexuales a distancia, oyéndose y viéndose a través de las pantallas con ayuda de una webcam. Así, la seducción comienza en la red, y muchas veces puede continuar en la realidad.
Estas facilidades para fomentar la infidelidad han sido ampliamente analizadas en el libro In bed with the Web: Internet, le nouvel adultere (En la cama con la red: Internet, el nuevo adulterio), escrito en Francia por el Dr. en Psicología Loic Roche y el experto en la red Yannick Chatelain.
Según los autores, cada vez más personas sucumben a las relaciones virtuales, pues al conectarse a Internet “resulta muy sencillo establecer relaciones virtuales (la mayoría de las veces bajo identidad falsa), así como crear estado de búsqueda permanente y dependencia”.
De esta manera, conocer a distintas personas por medio de la red se ha convertido en un estilo de vida, porque “da la ilusión afrodisiaca de ser todopoderoso; es algo similar a lo que ocurre con el alcohol en las fiestas de adolescentes, es decir, funciona como desinhibidor”, afirma el Dr. Loic Roche.
“Cuando alguna persona detrás de la computadora comienza a compartir información con un@ amig@ o compañer@ potencial, se da interesante fenómeno en el que se crea la ilusión de ser comprendido por alguien desconocido, ya que se empieza a hablar de problemas que sólo compartiríamos con gente de confianza. Esto sucede debido a lo fugaz que resulta comentar nuestras fantasías o problemas de fondo a alguien que no nos conoce”, refiere el Dr. Barrera Méndez.
¿Fantasía o amor real?
De acuerdo con la Dra. Marlene Maheu, de origen estadunidense y autora de Internet infidelity (Infidelidad en Internet), 75 millones de personas en el mundo entero sostienen actividad sexual por medio de la red. Esto levanta una serie de preguntas como: ¿es posible enamorarse de alguien a quien no se ha visto en persona? y ¿realmente se le es infiel a la pareja o la infidelidad sólo cuenta si hay contacto físico?
Para responder estas interrogantes, primero es preciso definir qué es, exactamente, un affaire cibernético. Según la investigadora estadunidense Kimberly S. Young, en un estudio difundido por la publicación Sex Addiction & Compulsivity (Adicción Sexual y Compulsividad), dicho concepto se define “como cualquier relación romántica o sexual iniciada a través de la comunicación en línea. Puede ser única y monógama, o consistir en una serie de encuentros con varios usuarios”.
Por su parte, señala el director de la clínica Atención y Tratamiento Psicológico, “alguna persona puede tener la fantasía de ‘estar enamorada’ de alguien sin siquiera conocerle, pues esta ilusión hace suponer a quien está del otro lado de la red que es comprendido en lo más profundo de su ser por alguien que nunca ha visto en su vida”.
Ello se debe a que la imaginación genera fantasías que llenan de ilusión y deseo a ambas partes, a la vez que pueden convertirse en amor ideal que en innumerables casos llena el vacío de la soledad. Al mismo tiempo y, dado que se está interactuado a través de una máquina, se eliminan las inhibiciones y afloran sin máscaras las más bellas o perversas intenciones.
“Además, es importante tener presente que, como seres humanos, tenemos la necesidad de amar y ser amados, y ello nos hace probar todos aquellos caminos disponibles para encontrar a nuestra contraparte”, agrega el especialista.
Peligros y consecuencias
Cuando se presenta infidelidad por Internet, quien la practica cree que mientras no sea física no hay engaño y, por ende, no está haciendo nada indebido con su pareja. Sin embargo, la persona traicionada se siente igual de mal, aunque con la duda de si lo perdona o no porque sólo fue engaño virtual. Lo cierto, es que el vínculo que se ha creado on line está lleno de intimidad, sentimientos y emociones, lo que puede ocasionar el surgimiento de amantes auténticos y permanentes.
“En la práctica terapéutica es cada vez más común que los pacientes lleguen por haber encontrado rastros de que la pareja les está siendo infiel; las evidencias pueden ser recabadas en el teléfono celular o correos electrónicos, que por error vieron. Otros terapeutas señalan al respecto que algunos pacientes empiezan a hablar sobre sus relaciones obsesivas a través de la red y su adicción a Internet, e incluso hay quienes transformaron sus comportamientos obsesivos, como atracones de comida, en obsesión por los canales de conversación dedicados al sexo”, acota el Dr. Barrera Méndez.
Las consecuencias de este fenómeno son innumerables y muchas aún insospechadas; así, en los tribunales de Estados Unidos, por ejemplo, la infidelidad electrónica es ya causal de divorcio. Y es que para las víctimas del engaño no es tan complicado comprobar el adulterio cibernético, pues es fácil conseguir copias de los correos electrónicos que intercambian los ciberamantes.
¿Qué hacer?
Las relaciones por Internet tienen muchas posibilidades de fracturar o destruir totalmente un matrimonio, aunque esa no fuera la intención original de quien se inmiscuye en una relación on line.
Y viéndolo en retrospeciva, muchas personas que terminaron su relación formal con sus parejas para establecer relaciones reales con aquellas que conocieron virtualmente, reconocen que podrían o deberían haber sabido el problema en que se meterían, pero no lo hicieron porque estaban deslumbradas por la novedad.
Ante ello, el Dr. Barrera Méndez recomienda:
Actuar con cautela, pues sentir comprensión por parte de alguien en la red no significa que en verdad exista entendimiento
Tener en cuenta que es probable que tanto uno mismo como las otras personas on line tengamos profundas necesidades insatisfechas y formemos la ilusión de encontrar nuestra “alma gemela”.
En lo posible, no proporcionar información confidencial (número de teléfono celular, dirección del hogar o trabajo) o datos personales que pudieran utilizarse para extorsiones.
Considerar que mientras más insistente sea una persona en querer conocernos, mayor será la posibilidad de toparse con alguna sorpresa desagradable.
Salvo que se esté en una crisis terminal con la pareja, lo ideal para comenzar a revivir la pasión interior sería volver a replantear todos los aspectos de la relación. Lo anterior permitirá determinar otros caminos que podrían llevar a que ambos se sientan mejor y más vivos, pero siempre arraigados en la realidad antes que en la virtualidad o la fantasía.
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