Los orígenes de la música náhuatl

Escrito por el 30 junio, 2012

El interés de compositores y musicólogos se encamina a crear la primera ópera escrita en nahua, basada en un poema prehispánico

Musicólogos, investigadores y compositores mexicanos están cada vez más interesados en las culturas indígenas, lo que ha dado pie, por ejemplo, a la tesis doctoral de Luis Antonio Gómez, quien escribió sobre el contenido musical iconográfico en los códices mexicanos; y a una nueva forma de componer, basada exclusivamente en lengua y filosofía náhuatl, es decir, sin ningún elemento musical occidental, que podría derivar en la primera ópera escrita en ese idioma a cargo del doctor Gabriel Pareyón.

Pareyón, investigador del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical (CENIDIM), explica en entrevista que en este centro hay por lo menos cuatro investigadores interesados en el náhuatl, y, en su caso, como becario del Sistema Nacional de Creadores, está desarrollando un método de escritura musical, basado en la escritura “enigmática” de un panel que hay en uno de los edificios de la zona arqueológica Río Bec, en Campeche.

El interés del doctor por las culturas indígenas nació por una temprana influencia familiar, por lo que desde joven se ha dedicado a visitar las zonas arqueológicas abiertas al público. Hace unos años encontró en el sur de Campeche el muro con un escritura inusual a la maya.

“Tiene unas grecas que son asociadas a Quetzalcóatl, pero no es muy extraño. Hay otros elementos que me resultaron muy raros, ignoro si hay alguien que los ha podido interpretar, pero a mí, como percepción iconográfica, me llevó a pensar en un sistema de representación fonética, es decir, no interpreto los códigos pero sí me inspiro en ellos para hacer mi propuesta específica basada en iconografía prehispánica”, dice en entrevista.

El doctor en musicología por la Universidad de Helsinki explica que utilizando sólo instrumentos ancestrales mexicanos compone una obra con una “orquesta” indígena, de 20 teponaztli y una partitura sin ningún elemento occidental como una clave de Sol.

“Escribí una obra para teponaztli, que es un cilindro hueco, como un tronco de madera, con dos lengüetas que suenan diferentes, son instrumentos de percusión”, explica.

Con iconografía náhuatl, el compositor va marcando el uso del teponaztli, además anotando las entradas de los cantantes o del huéhuetl. “Hay símbolos que detallan la articulación verbal, se escriben los acompañamientos, los cantantes y los teponaztli”, refiere el músico.

El inicio del camino

Pareyón, quien ha publicado numerosos artículos sobre musicología histórica y sistemática en publicaciones especializadas editadas en México, Francia y Finlandia, trabajó en un disco con piezas híbridas, instrumentos tradicionales indígenas e incluso con cantos en ñañu, hechos por una intérprete rumana, el resultado, dice, no fue muy agradable.

“En un contexto europeo, las cosas salen europeas. Además, la impostación operística en ñañu no funciona porque se escucha otra cosa, así que ahora en lo que trabajo es en una ópera que no sonará a la italiana cantada en náhuatl, sino a otra cosa con la nasalidad y el efecto glotal de la lengua náhuatl, el resultado será muy distinto”, explica el investigador.

Así, comenta, nace el proyecto de la ópera basada en el canto Cuecuechcuicatl, que tiene por lo menos tres significados: “cosquilla”, “travesura” o “locura”.

Entre los interesados en náhuatl, el Cuecuechcuicatl ha sido estudiado por Patrick Johansson, discípulo de Miguel León-Portilla, quien sostiene que el juego, la ambigüedad, el sexo, y la risa son los ingredientes esenciales del género expresivo náhuatl prehispánico conocido como cuecuechcuicatl.

“Johansson dice que este Cuecuechcuicatl se inscribe en una tradición que era poética y dancística, con un carácter explícitamente erótico, ubica que hay un canto y un baile que los frailes censuraron porque era muy obsceno. Así que es una pieza lúdica con una cantidad de connotaciones sexuales muy interesantes. Tomo este artículo para hacer mi representación musical”.

Pareyón toma el canto y hace una traducción “imaginaria” a partir de la interpretación del estudioso, por eso el inicio del canto que podría traducirse como “gran jefe”, él compositor la traduce como “un miembro erecto”. “Hay una danza muy lúdica con un texto ambiguo, pero del que no se puede ocultar su carga erótica. Se pueden distinguir cinco cantantes, en mi obra hay tres mujeres y dos hombres, cada uno ejecuta una especia de sketch. Cada uno de los personajes da muestra de su sexualidad coreográfica y vocal”.

La pieza, dice, puede interpretarse sólo musicalmente o como una “ópera escénica”. Por lo pronto, el compositor se ocupa de la estructura con todos los componentes musicales y después trabajará con un director de escena y cantantes, que podría ser terminada en 2015.

“Quiero una propuesta escénica con una perspectiva relacionada con la fertilidad y la voluptuosidad femenina, en la que quepan elementos sonoros relacionados con el maíz -como los propios granos para producir sonido o artefactos de piedra-. Toda la riqueza tendrá que reflejarse en el proyecto”, concluye.


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