En busca de la memoria de Gabriel García Márquez
Written by Janito on 8 julio, 2012
Que Gabriel García Márquez está perdiendo la memoria era, hasta el viernes pasado, una especie de secreto a voces en Colombia, donde el asunto rara vez se discutía en voz alta por respeto a los deseos de privacidad del escritor de 85 años de edad.
La demencia es una enfermedad degenerativa que se traduce en una pérdida progresiva de la memoria y de la capacidad de pensar con claridad y también puede provocar cambios de humor y personalidad.
Estos problemas cognitivos pueden afectar a cualquiera de las funciones cerebrales -además de la memoria-, incluido el lenguaje y la capacida de de atención.
Y según Jaime García Márquez es un padecimiento bastante común en la familia del ganador del Premio Nobel de Literatura de 1982.
La revelación se produjo durante un encuentro con estudiantes llegados de España y toda Latinoamérica, que quisieron aprovechar su paso por Cartagena para hurgar en los recuerdos del hermano menor de “Gabo”.
Y éste terminó contándoles que casi todos los días hablaba por teléfono con el escritor, que reside en México, para ayudarle a enfrentar la batalla contra el olvido.
“A mi me ha tocado esa misión, afortunada y a la vez muy dolorosa. Y a veces lloro, porque siento que se me escapa de las manos”, confesó Jaime García Márquez.
“Pero todavía lo tenemos, podemos hablar con él con mucha alegría y con mucho entusiasmo, como siempre ha sido”, dijo.
No obstante, Jaime Abello Banfi, amigo del escritor y director de uno de los proyectos más cercanos del Nobel, la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, afirmó que “no hay diagnóstico médico de demencia senil”.
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Recuerdos
Lo que ya no habrá, según Jaime García Márquez, son nuevos escritos de Gabo.
Y la enfermedad, que lo ha mantenido alejado del público y de su natal Colombia, también ha dificultado la comunicación entre el escritor y algunos de sus amigos, especialmente los que están geográficamente alejados.
“En un tiempo tenía mucha comunicación con él por teléfono, hablábamos casi todas las semanas. Pero a partir de cierto momento dejó de pasar al teléfono y ya no quise molestarlo”, le dijo a BBC Mundo el también escrito Plinio Apuleyo Mendoza.
“Y es que me dijo mi ahijado, su hijo, que no reconocía bien a la gente por teléfono, sólo personalmente. Y Mercedes (su esposa), muy prudente, dice: ‘mira que él está en este momento en la ducha’, o ‘está durmiendo’, cualquier excusa. Y yo no insisto en hablar con él porque me doy cuenta que lo pongo en apuros”.
La amistad de años entre los dos escritores ha convertido sin embargo a Mendoza en un gran repositorio de los recuerdos de García Márquez
De las largas conversaciones entre ambos nacieron los libros “El olor de la guayaba” y “Aquellos tiempos con Gabo”.
“En el último cuento como fue nuestra vieja amistad, como trabajamos juntos. Estuvimos juntos en París, en los países comunistas, la Unión Soviética. Estuvimos trabajando juntos en Venezuela, luego en Colombia, en La Habana”, dijo.
“También contiene cartas de él, porque tengo muchas cartas de él, cartas sobre todo de su obra literaria”.
Según Mendoza, antes de saltar a la fama, García Márquez era un corresponsal prolífico escritor de cartas.
“Pero cuando se hizo famoso ya no volvió a escribir, cuando supo que algunas cartas eran vendidas a alguna universidad americana, etc.”, dijo.
En sus libros
Los recuerdos de García Márquez, en cualquier caso, también abundan en su propia obra literaria.
Y un ejemplo ofrecido por el mismo Mendoza es la novela “El coronel no tiene quien le escriba”.
“Era la época del Gabo pobre. Como el dictador Rojas Pinilla prohibió El Espectador, que era el periódico del cual él era corresponsal en París, tuvo que vivir situaciones muy duras”, dijo Mendoza, quien para esas fechas era vecino de Gabo en la capital francesa.
“Siempre estaba esperando algún giro, algún pago, algún cheque. Y se lo trasladó a su coronel, que siempre está esperando algo”.
“Hay muchos elementos basados en su propia vivencia que se los trasladó a los personajes”.
Y luego está el tema de la senilidad, muy presente en la que muchos consideran la obra cumbre de García Márquez: “Cien años de soledad”.
No es precisamente un recuerdo, pero tal vez al saber que la demencia senil corría en la familia, Gabo decidió adelantarse a su propia memoria.
Esa que ahora intenta conservar con la ayuda de su hermano.