El arte de editar para los pequeños lectores
Escrito por Janito el 13 enero, 2014
Editoriales mexicanas olvidan los libros con sonidos y peluches, apuestan a la poesía y cuentos para atraer a preescolares.
Editar para lectores preescolares no es cosa fácil, se requiere concentrar en pocas palabras y páginas información, lenguaje e lustración de fuerte impacto visual para pequeños de entre tres y seis años.
No ha sido sencillo pero México ha logrado consolidar una industria de literatura infantilcompetitiva a nivel mundial: vende derechos internacionales de sus libros a varios idiomas y países, obtiene premios prestigiosos en la Feria del Libro Infantil de Bolonia -la más importante de su tipo-, ha forjado una generación de autores, ilustradores y editores especializados en niños, y produce volúmenes de gran calidad.
Editoriales como CIDCLI, con 33 años de historia; Ediciones Tecolote, con 18 años de vida; Ediciones El Naranjo, fundada hace nueve años; y 3 Abejas, que arrancó hace unos meses, evitan editar libros “fáciles”, los clásicos con sonidos y peluches; esas editoriales independientes y 100% mexicanas, dedicadas a la literatura infantil, apelan a crear un catálogo de libros literarios y apuestan por la poesía, el cuento, las rimas y las pequeñas historias creadas por escritores e ilustradores mexicanos, y algunos extranjeros, profesionales.
Editar esos libros en cartón, llamados board book, cartolibro o cartone, es costoso por la materia prima, el diseño y el uso de colores; tienen claro que los menores de seis años son un sector difícil y es un reto escribir, ilustrar y editar para ellos; no basta con decir rojo y poner una manzana o decir amarillo y poner un sol: “El gran reto es atrapar a los niños con concentrados de información, lenguaje e lustración en 10 páginas y que sea suficientemente sencillo y agradable para que lo disfruten, les guste y se lo aprendan”, asegura Patricia van Rhijn, directora fundadora de CIDCLI.
Ese es un compromiso compartido por Ana Laura Delgado, de El Naranjo; Cristina Urrutia, de Tecolote; y Marisela Aguilar, de 3 Abejas.
Cuatro editoras mexicanas que apuestan por publicar poco pero de gran calidad: editan entre seis y ocho libros al año, no más, para las diferentes edades lectoras; hacen libros en papel resistente porque conciben que los libros se convierten en objetos muy queridos de los preescolares.
Cristina Urrutia, directora de Tecolote, la editorial que ha ganado dos premios en Bolonia: uno por El libro negro de los colores, su título más emblemático comprado en 13 países, incluido China, y por Migrar, que han vendido a una editorial de EU y otra de Italia, está interesada en hacer libros inteligentes, bellos y que propicien la imaginación. “Aparte de que sean libros inteligentes y creativos, estamos muy convencidos de que hay que hacer libros bellos que desarrollen su sensibilidad y sentido de la estética, por lo que es fundamental que sean libros muy bien hechos, de buena calidad y un objeto atractivo. Son el primer contacto que el niño tiene con su entorno y debe ser agradable”, señala.
La tarea de formar lectores
Aunque hay varias editoriales que trabajan los libros infantiles, son pocas las que abarcan la primera infancia. Y allí entra 3 Abejas, la más joven de estas experiencias, con Marisela Aguilar a la cabeza. Ella enfatiza que nacieron dirigidos a los primeros lectores, a los que no han iniciado el ciclo de primaria y están formalmente en la etapa de kinder. “Parece exagerada la clasificación pero en realidad es necesaria; tenemos dos colecciones, una de tres a cuatro años, y otra de cuatro a seis años. Pero sabemos que hay una diferencia en la maduración de lóbulos”.
Emprender esos materiales que impactan por su color y fuerza estética, implica trabajo directo de los editores con los autores e ilustradores para niños.
La comunicación se plantea desde el concepto, así lo hacen en CIDCLI, la editorial pionera en literatura infantil en México. Patricia van Rhijn recuerda que hace 34 años no había escritores ni ilustradores para niños e incluso crear la colección de preescolares les costó muchísimo trabajo.
“Es difícil porque sí, a los niños hay que darles literatura pero también darles un motivo de interés. Nuestra colección para esa edad combina la literatura y la información, son libros informativos y al tiempo están muy bien escritos”, afirma Van Rhijn.
Han experimentado mucho y aprendido de la experiencia de otros.
Todas las editoriales, lo saben en El Naranjo, buscan nuevas formas visuales e historias atractivas. “Una preocupación es ¿cómo hacer que el libro cree una construcción interna para el niño y sea muy divertida?, ¿cómo les proporciona herramientas para que descubran el mundo? Llegará el tiempo en que sean grandes lectores, a esta edad hay que fomentarles el gusto y el placer por los libros con ilustraciones atractivas y buena literatura”, afirma Delgado.